Uno de estos sitios es el jardín Helia Bravo Hollis, llamado así en honor de la botánica, doctorada honoris causa, exploradora y naturalista, profesora emérita de la Universidad Nacional Autónoma de México, otra de esas compatriotas excepcionales que son desconocidas también por la mayoría de los mexicanos.
Zapotitlán Salinas, cabecera del Municipio de Zapotitlán un domingo por la tarde |
Hay varios Zapotitlán en México, algunos en Jalisco, otros en Oaxaca e incluso uno en la delegación Tlahuac al sur orientente del Distrito Federal, pero este al que nos referimos está en Puebla, a unos 45 minutos desde el centro de Tehuacan, otro de los pocos municipios pacíficos de la República Mexicana en el que el crimen organizado no ha progresado más que los habitantes.
Durante dos o tres kilómetros, antes de llegar a las puertas del jardín botánico que fue preservado durante la administración de Ernesto Zedillo, vemos un paisaje insólito un bosque de cactáceas.
Para explicar este fenómeno de belleza, carteles bien dispuestos y legibles nos explican que tras atravesar una cadena montañosa el viento pierde casi toda su humedad, y la poca que queda es tan valiosa que el suelo se apresura a almacenarla, lo que da origen a lo que bien podríamos llamar un bosque del desierto.
Pues si, tal vez los especialistas botánicos puedan acusarnos de ignorantes a los turistas accidentales, pero esa es la impresión que causa ver cactáceas tan grandes como árboles, sólo que no están cubiertos de flores o frutos, sino de espinas.
Al visitar este museo al aire libre tuvimos la sensación de calor agobiante, el piso alcanza temperaturas de hasta 50 grados centígrados, sin embargo bastó con ascender unos metros para que las corrientes de aire nos hicieran sentir mejor.
Nadie nos cobró ni cooperación ni cuota al entrar, tal vez porque son tan escasos los visitantes que saldría mas costoso tener una persona dedicada a esto. Le sugerimos llevar cantimplora para evitar un golpe de calor.
Para llegar a Zapotitlán hay que tomar un autobús suburbano en la ciudad de Tehuacán, que pasa al inicio del paseo Héroes de la Independencia, a la altura de la calle 7 Oriente. Pasando los límites del centro histórico de Tehuacán es fácil orientarse ya que las calles no tienen el nombre de héroes, sino que están numeradas conforme a su posición geográfica.
A mediados del 2013, el costo de este camión, por pasajero, era de 12 pesos. Prepárese para viajar de pie por 45 minutos aproximadamente ya que mucha gente de los pueblos viaja a Tehuacán para surtir sus pequeñas tiendas.
Si tiene automóvil encontrará Zapotitlán por la carretera libre que comunica a Tehuacán con Oaxaca. Maneje con precaución, las curvas son cerradas y las bajadas pronunciadas.
Si viaja desde Tehuacan, cuando encuentre San Juan Raya es que ya está a punto de llegar. Las tiendas de artesanías, entre las que destacan las sirenas de ónix, en algunos casos también venden refrescos. Si usted viene de Oaxaca y se encuentra con San Juan Raya, significa que ya se pasó unos pocos kilómetros, pero igual disfrutará del bosque de cactus desde la carretera.
Hace algunos momentos hablamos de esculturas de Sirenas ¿que qué tiene que ver? es una de las cosas mágicas de esa región salinera y es que hace miles de años estaba cubierta por el mar. Los minerales que tiene el terreno no solo nos regalan con el agua mineral de Peñafiel sino que han permitido preservar vestigios prehistóricos, como el molar completo de la quijada de un mamut, aunque esto lo apreciará mejor en el museo de geología de Tehuacán.
Por cierto, aunque nos salgamos un poco de municipio aprovechamos que los lectores naturalistas nos hayan acompañado hasta aquí para recomendarles que por ningún motivo se pierdan los museos de antropología y mineralogía de Tehuacán. Uno es público, el otro privado. En el primero encontrarán vestigios del primer maíz, aguacate y calabaza que se consumieron en el mundo, en el segundo, conocerán de donde sacan el hierro de las vitaminas y las piedras brutas que se convierten en preciosas en manos del orfebre.
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