http://mexico.pueblosamerica.com/mapas/calvillo-2 El siguiente texto es apenas un esbozo de la historia de Calvillo y, de ninguna manera, pretende ser definitivo ya que aún falta mucho por investigar. Sin embargo, si puede ser una base firme para iniciar esa tarea que se le debe a esta pequeña comunidad de Guanajuato, se la debemos. Calvillo, Guanajuato Calvillo es una comunidad que está localizada en lo alto de la sierra de Santa Rosa (a dos mil 120 metros de altitud, sobre el nivel del mar), a mitad del camino entre Dolores Hidalgo y Guanajuato, municipio al que pertenece y a unos 25 kilómetros hacia una ciudad u otra.
Esta comunidad asentada en lo bajo de las laderas del Cerro Alto, la Peña Rajada y El Picacho. Si va uno de Guanajuato a Dolores Hidalgo, a mano izquierda hay una desviación que lleva hacia la hondonada (entre las laderas oriente y poniente de los dos cerros) en la que está asentado Calvillo. Pasando esa desviación a unos doscientos metros, también a mano izquierda, está la salida que lleva a Ojo de Agua de Calvillo. Para quien procede de Dolores, ambas salidas están a mano derecha.
Foto: Vista panorámica de Calvillo (María Carrillo) De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en la comunidad de Calvillo hay 207 habitantes, aunque no considera a todos los que han emigrado hacia distintos puntos del país y de Estados Unidos; su Código Postal es Calvillo, Guanajuato, 36220. Para mayor precisión destacaremos que se encuentra en las coordenadas GPS: Longitud (dec): -101.133333; Latitud (dec): 21.113333 Origen del nombre:
No existen datos precisos acerca de la fundación de esta comunidad aunque sí hay registros, como actas de nacimiento y registros eclesiásticos, en los que se asientan los nombres de las personas que nacieron en esa comunidad desde al menos mediados del siglo XVII.
Foto: Captura de Pantalla de Google
A pesar de lo arriba mencionado, se pueden establecer al menos tres posibles hipótesis sobre el origen de Calvillo. La primera hipótesis que se pueden plantear es que alguno de los españoles migrantes hacia esa comunidad de Guanajuato le haya puesto el nombre en recuerdo al poblado de donde era originario: Calvillo, en Tébar, perteneciente a Cuenca, en España.
Foto: Murcia, España (Captura de pantalla de Google)
También en España aparece otro Calvillo, este en Murcia, pero como Casa de Calvillo, ubicada en la parte “pelona” de la serranía. En ambos casos, el nombre obedece a la falta de árboles en una porción de los cerros, lo que semeja la cabeza de un hombre calvo. Una segunda posibilidad es que el nombre proceda del apellido Calvillo, muy común entre los españoles, donde desde hace siglos se le ve emparentado con los Carrillo, Castro, Ayala, Fajardo y otras de gran nobleza, según datos tomados de Heraldrys Institute of Roma. Cabe destacar que el apellido Calvillo ocupa el sitió 2 mil 469 más común en España. En todo el país ibérico hay censadas mil 923 personas con Calvillo como primer apellido, mil 760 como segundo apellido y nueve con Calvillo en ambos apellidos. La tercera hipótesis acerca del nombre de Calvillo, Guanajuato podría estar ligada a Calvillo, Aguascalientes, población que está ubicada en la llamada “Gran Caxcana”, que comprendía los estados de Jalisco, Zacatecas y Aguascalientes. Durante la Colonia el municipio de Calvillo, Aguascalientes era conocido como valle de Huajúcar, que significa "lugar de sauces" y sus primeros pobladores fueron de origen español, criollo y mestizo, entre los que abundaban los de apellido Serna, Cerna, y algunos Carrillo. Su origen se remonta a la creación del curato de San José de Huajúcar, conforme a la orden emitida por el gobernador de la mitra de Guadalajara, Manuel Colón de Larreategui, el 18 de noviembre de 1771.
Durante la segunda intervención francesa, el norte del valle de Huajúcar fue ocupado por los franceses que, con el paso del tiempo, se mezclaron con los descendientes de españoles que ya habían habitado la parte sur del valle. A esa región fértil regada por las aguas del río se le llamó “Calvillo”, en honor de su fundador y dueño de la hacienda de San Nicolás, José Calvillo, quien en 1778 donó las tierras para el asentamiento de la nueva villa. Fue elevada a rango de ciudad en 1848 ya bajo el nombre de Calvillo. Al finalizar la Guerra Cristera se consolidó como uno de los municipios más prósperos de Aguascalientes debido al cultivo de la guayaba.
De ahí que no se descarte que algunas personas pudieran haber emigrado hacia la sierra de Guanajuato y sus alrededores, bautizando ese enclave de la sierra de Santa Rosa como “Calvillo”, en honor al terruño del que procedían de esa región del ahora estado de Aguascalientes.
Foto: Calvillo, Zacatecas (Captura de pantalla de Google)
Cabe destacar que además de aparecer como apellido, no sólo en España sino en México y el resto de los países de habla hispana, existen varios Calvillo además del de Guanajuato y el de Aguascalientes. Uno está en el municipio de Jalpa, Zacatecas, sobre la carretera Jalpa-Calvillo, donde hay además un lugar llamado Llano Calvillo; y en Coahuila hay otro Calvillo, perteneciente a Múzquiz, el cual a diferencia del de Guanajuato que está en lo alto de la sierra, este se encuentra en una planicie, a sólo 545 metros sobre el nivel del mar.
Foto: Calvillo, cerca de Múzquis, Coahuila (Captura de Pantalla de Google)
Al igual que en los Calvillo de España, los otros de México tienen como característica común estar asentados en zonas poco arboladas que, como ya se mencionó, parecieran ser la cabeza calva de algún hombre, lo que hace suponer que ha influido en la asignación del nombre Calvillo. Incluso, algunos habitantes de Calvillo, Guanajuato, creen que el origen del nombre de su comunidad se deriva del apellido Carrillo, muy común en la localidad, al igual que Serna, y no pocos piensan que también podría tener su origen en la calvicie de muchos de los hombres adultos y adultos mayores del lugar.
Hoy día esta comunidad está habitada mayoritariamente por personas de apellido Carrillo o Serna, o ambos, como Carrillo Serna o Serna Carrillo; Carrillo Carrillo, Serna Serna, y, muy pocos, mezclados con otros apellidos. “Es porque los Carrillo antes eran muy ‘bravos’ y no dejaban entrar a nadie que fuera ajeno a la comunidad”, cuenta “María”, una de sus habitantes, ahora radicada en la Unión Americana.
Hablemos de Calvillo, Guanajuato. Como ya se mencionó, Calvillo, Guanajuato está ubicado al norte de la ciudad minera, en plena sierra, a unos 25 Kilómetros sobre la carretera 110 a Dolores Hidalgo, pasando Santa Rosa, en la sierra del mismo nombre. Hay otra comunidad, un poco más adelante, llamada Ojo de Agua de Calvillo. Foto: Calvillo, Guanajuato; Carretera Guanajuato-Dolores Hidalgo, Km 25.
(Captura de pantalla de Google)
No existen datos pero es probable que tras la fundación, en 1546, del Real de Minas de Guanajuato (recordemos que por orden del Virrey Antonio de Mendoza, el cual con la llegada de Perafán de Rivera, primer alcalde, cambió su nombre por el del ayuntamiento de Santa Fe Real de Minas de Guanajuato, en 1574 bajo la categoría de “Alcaldía Mayor”) la sierra de Guanajuato se llenara de Chichimecas que huían hacia la montaña tras la invasión de sus tierras por los colonizadores. No hay que olvidar que previo a la llegada de los españoles a lo que ahora es Guanajuato, el territorio lo dominaban los guamares, quienes lo compartían en ocasiones con los guaxabanes y los copuces, quienes se expandieron desde los alrededores de Pénjamo hasta la actual Sierra de Guanajuato e incluso hasta San Felipe y más allá del río Lerma. (“Guanajuato. Historia breve”, Capítulo III, de Mónica Blanco, Alma Parra y Ethelia Ruiz Medrano, editado por el Fondo de Cultura Económica). Esas tribus, como eran nómadas, se mudaban de un lugar a otro en busca de alimentos o para cazar con mayor abundancia.
Eran además fieros guerreros y ya, de por sí, gustaban de adentrarse en la serranía guanajuatense en busca de mejores piezas de caza. Durante la consolidación de la zona minera les causaron fuertes dolores de cabeza a los españoles. Calvillo en la historia Aunque por su cercanía se podría pensar que la historia de Calvillo debería estar ligada a la de la ciudad de Guanajuato, por ser este el lugar donde se funda la primera mina, esa comunidad surgió más bien atada a Dolores Hidalgo y sus grandes haciendas. Ya como punto de paso, ya como abastecedor de mano de obra, ya como zona serrana y, en consecuencia, con algún potencial minero.
Foto: Antiguo Mineral de La Valenciana (www.lacochera.net)
Si bien, la primera hacienda que se funda en lo que ahora es Guanajuato, con probables fines mineros, fue la Hacienda de Mina de Cervera, propiedad de Francisco Cervera (p.33, según el Archivo Histórico de la Ciudad de Guanajuato citado en el libro “Origen y evolución de la hacienda en México, Siglos XVI al XX. Memorias del Simposio realizado del 27 al 30 de septiembre de 1989”, editado por el Colegio Mexiquense A.C., la Universidad Iberoamericana y el Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1990).
La mina de Cervera habría sido vendida en el siglo XVII para pagar deudas de su propietario con el virreinato. Antes de 1686 habría sido de Rodrigo Mejía. Otras haciendas fueron la de D. Juan Altamirano; la “de los menores de francisco García, que administra un mayordomo –cuya identidad no es establecida-”. También existió la de Eugenio Martínez; y la de Jaso, administrada por Juan Durán.
Pero es en la hacienda de la “Erre”, colindante en la actualidad con Dolores Hidalgo, donde podemos encontrar los orígenes de Calvillo. De acuerdo con una inscripción que se encuentra en una placa adherida a uno de los muros del viejo casco, la hacienda habría sido erigida en 1534. Sin embargo, es hacia la primera mitad de siglo XVII cuando inicia su consolidación y expansión. Sus primeros propietarios fueron el mariscal Agustín Guerrero de Luna, y su esposa María Teresa de Villaseca.
Foto: Hacienda de la Erre (http://www.unionguanajuato.mx/articulo/2014/11/29/turismo/ex-hacienda-de-la-erre-del-esplendor-las-ruinas)
De acuerdo con el Maestro don Isauro Rionda, en su libro “Haciendas de Guanajuato”, de Editorial La Rana, Guanajuato, 2002, " Los mariscales de Castilla y primeros señores de las villas de Siria y Borobia y luego marqueses de Siria y vizcondes de Borobia, familia muy antigua en la Vieja y la Nueva España, llegaron a ser los latifundistas más poderosos del Guanajuato colonial y de primeros lustros del independiente.
A lo largo del tiempo fueron dueños del territorio de Guanajuato de los predios siguientes:
Las haciendas de Arandas en Irapuato; La Erre, Ojo Zarco, La Plama, San Pablo y el Gallinero en Dolores Hidalgo; La Rosita y La Cruz del Palmar en San Miguel el Grande; Tupátaro en Cuerámaro; Trejo y La Laja en Silao; Mezquite Gordo en Romita; La Concepción y Atotonilquillo en Manuel Doblado, y La Hoya en Pénjamo y los ranchos de: Nombre de Dios en San Miguel; San Francisco, La Pila, El Pedregal, Silva, Los Portezuelos, La Cruz de Aguilar, El Cerrito de Manserrano y San José de Amoles en Silao; Calvillo y Núñez en Guanajuato, y en Pénjamo, La Angostura, Pepe, Los Orcones, Marañón, El Llano Grande y Rancho Nuevo. Fuera de Guanajuato también tuvieron haciendas como Los Cortijos en Puebla, Santa Catarina en Chalco, etcétera”. Respecto al nombre de esa hacienda, La Erre, Juan Alamilla Ríos, encargado de los recorridos turísticos en el Paseo de la Independencia, comenta que el verdadero nombre de esa haciende es “de La Erré”, de error, y no de “La Erre”, como se le conoce. Para fundamentar su dicho, comenta que “esa región del norte de Guanajuato pertenecía a la Intendencia de Michoacán.
De los herederos, uno de ellos muy ambicioso elije de inmediato las tierras de Guanajuato sin conocerlas. Cuando llega al lugar, que es árido, se encuentra con que nada producen y se regresa muy desilusionado a Michoacán. Entonces al preguntarle su hermano, que le había ido excelentemente bien con las tierras de Michoacán, le pregunta que cómo le fue con esas tierras; él le contesta, “¿sabes qué hermano?, la erré”. Y entonces de ahí se le quedó el nombre como “La Erré”. Mismo que después por confusión se le quedó como La Erre, cuyo significado es muy diferente.
Foto: Hacienda de la Erre (Captura de pantalla de Google-Toma satelital).
Ya para 1606 el virrey Marqués de Montes Claros “cedió el sitio de ganado mayor y ocho caballerías a Pedro Rodríguez Montero, que vendió a pocos días (al doctor) Hernán Carrillo Altamirano, que era abogado de la Real Audiencia de México”. Bajo la propiedad de Carrillo Altamirano, la hacienda llegó a ser uno de los latifundios más grandes de Guanajuato. En 1619, Juan Altamirano Saavedra (algunos autores lo identifican como Juan Carrillo), pariente de Hernán Carrillo, se convirtió en dueño de varias haciendas, entre ellas La Erre, tras “comprar los derechos posesorios de las mercedes y un sinfín de tierras para extender su propiedad que llegó a formar una cadena de 99 haciendas” con ésta como cabeza de todo un complejo económico, un latifundio en toda la extensión de la palabra que llegaba hasta Santa María del Río en San Luis Potosí.
Foto: de vamonosalbable.blogspot.com
Como dato mencionaremos que para 1625, en un informe que Cristóbal Molina presenta a Felipe IV, asentado en el Archivo Histórico Nacional, Ms, Indias, número 307, dice que “el doctor Hernán Carrillo Altamirano (es) vezino natural de la Ciudad de México, en la Nueva España, y abogado de la Real Audiencia della, y protector de los indios de aquel Reyno”. Tras el deceso del Mariscal de Castilla, le sucedió su heredero.
El 26 de marzo de 1669 la hacienda de la Erre pasó a manos de Rodrigo Mejía Altamirano, que era descendiente del rey Pedro de Castilla, quien, a su vez, legó sus bienes a su hija, Juana Mejía Altamirano y de Tovar, esposa de Carlos de Luna y Arellano y Sámano, mariscal de Castilla. En la página 22 de la ponencia “La estructura de la producción agrícola en El Bajío, de 1700 a 1850”, de David A, Brading, se comenta que, “La conocida hacienda de la Erre, en Dolores, se formó aproximadamente al mismo tiempo que Jalpa. En los años de 1611 a 1617 se concedieron mercedes virreinales de unos 11 sitios grandes, 11 sitios pequeños y 32 caballerías a seis personas, cinco de las cuales vendieron casi inmediatamente a un sexto comprador, el doctor Hernán Carrillo Altamirano, abogado de la ciudad de México –pasando así el rancho de Calvillo a ser de su propiedad junto con grandes extensiones de tierra-. A fines del siglo anterior –Hernán- Carrillo había comprado otros sitios, El Gallinero y Santa Lucía, a los cuales agregó un tercero que obtuvo en una merced. -Se dice que llegó a ser propietario de 99 haciendas, por lo que su dominio cubría hasta Santa María del Río, en San Luis Potosí-. Poco después. En 1617-1625,
Juan Altamirano Saavedra, pariente de Hernán Carrillo, compró en tres transacciones cuatro o cinco sitios grandes y dos sitios pequeños para formar una hacienda llamada San Antón”. De acurdo con la ponencia “La estructura de la producción agrícola en El Bajío, de 1700 a 1850”, de David A, Brading, p. 204, para 1792 había en Guanajuato 50 pueblo, 421 haciendas y 889 ranchos, entre ellos Calvillo.
En el cuadro número 6 de mismo texto, se mencionan las tierras que, para ese año eran propiedad del mariscal de Castillla: Cuadro No. 1 Distrito Labores Ranchos Haciendas Dolores Las palmas San Pablo La Erre El Gallinero San Miguel Don Juan Nombre de Dios La Cruz Irapuato Las Arandas Silao San Francisco Trejo La Pila El Mezquite El Pedregal Gordo Silva Los Portezuelos La cruz de Aguilar El Cerrito de Manserrano San José de los Amoles Guanajuato Calvillo La Hoya Núñez Pénjamo Angostura La Hoya Pepe Los Horcones Marañón El Llano Grande El Rancho Nuevo Cabe destacar que para el año de 1710 la hacienda de la Erre era punta de lanza de “las haciendas de la California, el Carmen, Rioyos, el Tajo, el Rincón, los Arcos, el Espejo, Trancas, Morillos, el Cubo, Santa Rosa, la Quemada, Fabrica de Melchor, Jaral, Gogorron y hasta Santa María del Río en San Luis Potosí, mencionan el profesor Juan Mata y Juan Garabato en un texto publicado en El Sol del Bajío el 27 de enero de 2008.
Con el paso de los años, la hacienda de La Erre fue cambiando de manos por herencia, pero siempre se quedó en la misma familia, y fue hasta después del moviendo insurgente, en la Guerra de Independencia, que la hacienda fue abandonada.
En su ponencia del mismo libro, “La hacienda zacatecana y su desarrollo”, Agueda Jiménez Pelayo, del Colegio de Jalisco, menciona en el capítulo “La extensión de las haciendas”, p. 56, que las haciendas del norte y oeste de Guanajuato tenían entre 35 mil y 70 mil hectáreas de superficie, cada una. Lo anterior permite suponer que la superficie de Santa Rosa cubría al actual Calvillo. De acuerdo con cifras de la Intendencia de Guanajuato, citadas en el libro “Guanajuato. Historia breve”, de Mónica Blanco, Alma Parra y Ethelia Ruiz Medrano, para el año de 1792 había “un total de 50 pueblos, 421 haciendas y 889 ranchos”, la mayoría dedicados a actividades agrícolas y textiles complementarias de la minería. De ahí el surgimiento de ciudades y pueblos de El Bajío. En el Censo de 1900 Calvillo ya aparece como una ranchería perteneciente al municipio de Guanajuato. El de mayor población de todos los ranchos, con 626 habitantes. Como dato curioso cabe destacar además del apellido Carrillo abundan los Serna o Cerna, el cual en Calvillo, Aguascalientes, también figura mucho e incluso hay un punto cercano a esa ciudad llamado Presa de Serna. Calvillo en la Historia Pero Calvillo no sólo llegó a figurar entre la larga lista de propiedades de Hernán Carrillo Altamirano, también tuvo su pequeña participación en el inicio de la lucha por la independencia de lo que sería años después México. Si bien nuevamente tocó a la hacienda de la Erre el sitio de honor en el inicio de la gesta independentista, quiso la suerte que por las tierras de Calvillo pasara Miguel Hidalgo y Costilla con sus aún cientos de seguidores.
Cuentan los guías de turistas del lugar que después de dar su grito independentista el cura de Dolores se dirigió a la hacienda de la Erre para de ahí partir hacia Atotonilco, e incluso recuerdan que en el patio de la misma ofició una misa para despedirse como párroco de Dolores y para bendecir a los insurgentes. Asimismo, fue ahí donde Hidalgo dijo, tal y como se lee en la placa adherida a la pared del casco de la ex hacienda, en la actualidad en total abandono, en ruinas: “Ya se le puso el cascabel al gato, ahora vamos a ver quién sobra”. En el libro “Apuntes históricos de la Ciudad de Dolores (Hidalgo, Guanajuato), de Pedro González; 1891, editado por la Universidad Autónoma de Nuevo León, (UANL)-Dirección General de Bibliotecas, p. 20, se menciona que en un segundo viaje de Guanajuato hacia Dolores decidió ir por el terreno bajo de la Sierra de Guanajuato en vez de caminar por el Camino Real. Foto: Tomada del libro “La ruta de Hidalgo”, de Carlos Herrejón Peredo; Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, 2012. Quien nos está confirmando el dato es, ni más ni menos, que el historiador más informado que existe actualmente en México sobre la vida de Miguel Hidalgo y Costilla, el Dr. Carlos Herrejón Peredo, profesor-investigador del Colegio de Michoacán. Y lo hace en su libro La Ruta de Hidalgo, cuya edición electrónica recién se publicó en el mes de junio de 2012 el INEHRM (Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México), avalado por la Secretaría de Educación Pública.
El doctor Carlos Herrejón Peredo, profesor-investigador del Colegio de Michoacán, asegura que fueron dos veces las que Hidalgo pasó y pernoctó en Salamanca; “una de ellas, la que todos saben muy bien, cuando, viniendo de Celaya, rumbo a Guanajuato, el ejército Insurgente hace escala en Salamanca y pernoctan dos noches, esto el 24 y 25 de Septiembre de 1810.
Foto: Libro “Apuntes históricos de la Ciudad de Dolores Hidalgo”, de Pedro González, 1891, UANL.
“La segunda escala, con una pernocta también –según Herrejón Peredo-, fue de regreso de la sangrienta toma de Granaditas, cuando caminaban rumbo a Valladolid, sede de los poderes de la Iglesia, ya que allí se asentaba el Obispado de Michoacán. Este paso ocurrió el 10 de octubre. El mapa que ahora vemos lo marca claramente, la ruta en verde indica el camino que siguieron de Dolores a Guanajuato; el rojo de Guanajuato a Valladolid, -por Calvillo- y vemos ese doble paso por Salamanca”.
Fue así como Calvillo ve pasar por sus tierras a miles de insurgentes encabezados por el cura Hidalgo: “Al contramarchar mandó el Sr. Cura que se dividiera la fuerza, diciéndole que marchara una parte por Calvillo y la otra nos volvimos por Dolores. Como venían muchos señores particulares de Guanajuato con el Sr. Cura, al pasar por el Puerto del Gallinero dijeron al Sr. Cura que allí estaba bueno para abrir uno barrenos en las peñas, que cargados con pólvora buena, los harían disparar por medio de mechas ocultas, para que en caso de que Calleja no condescendiera con el Conde (del Jaral) y pasara por dicho punto, disparando los barrenos se le mataría mucha gente. Se puso en obra esta disposición, y se nombró una comisión para que cuidara y quemara dichos barrenos cuyos agujeros hasta hoy existen.” (“Apuntes históricos de la Ciudad de Dolores Hidalgo”, de Pedro González, editado en 1891 y reeditado por la Universidad Autónoma de Nuevo León, pp. 20-21).
En otros momentos históricos, se sabe que los guanajuatenses, incluidos los habitantes de Calvillo, fueron renuentes a aceptar las Leyes de Reforma impulsadas por Benito Juárez. La desamortización de bienes del alto Clero, que se encontraban tanto en las parroquias como en muchas de las haciendas de la zona, motivó que antes de huir hacia España o la Capital mexicana muchos propietarios malbarataran sus haciendas, entre sus administradores y la familia de éstos, y entre los civiles.
Durante la intervención francesa aparece Francisco Carrillo, Francisco Zambrano y Francisco Ontañón, patriotas republicanos que murieron bajo la corte marcial de los franceses en Guanajuato.
De acuerdo con Pedro González, en su libro “Geografía local del estado de Guanajuato”, para el Censo de 1900 Calvillo ya era un Rancho perteneciente al municipio de Guanajuato. Era el de mayor población de todos los ranchos del estado, con 626 habitantes, de los cuales 323 eran hombres y 303 mujeres.
Calvillo y la Revolución.
Se dice que durante la batalla de León, entre tropas obregonistas y villistas, muchos guanajuatenses se sumaron a las fuerzas del Centauro del Norte y no pocos habitantes de Calvillo hicieron lo propio, “dentro de la medida de sus posibilidades”.No hay que olvidar que justo en una de las haciendas cercanas a León fue donde Obregón perdió uno de sus brazos al ser alcanzado por los proyectiles de los revolucionarios. Además, Calvillo también tiene su pequeña mina: Mina la Industria, Rancho Calvillo, Sierra de Santa Rosa, Municipio de Guanajuato, Guanajuato, México, Calvillo, el cual, al igual que el resto de las comunidades de la sierra se sumó a la dotación de recuas y peones para las minas. No se sabe con precisión si esta mina es la misma que se menciona existía a principios del siglo XIX bajo el nombre de San Juan Nepomuceno, santo patrono de la capilla de Calvillo. Tal es el caso de Luis Herrera Palacios, quien, poseedor de una enorme extensión de tierra hizo fortuna vendiendo leña de pingüica para los hornos de pan y de las haciendas que había en Guanajuato.
De su rancho, en Calvillo, sus peones hacían poco más de tres horas a caballo arreando las recuas cargadas con la leña. Ya casado con Petra Carrillo, y sus cinco hijos, Luis Herrera logró amasar un capital considerable que le permitió enviar a dos de ellos a estudiar a Europa. Pablo Herrera Carrillo se convirtió en un prestigiado abogado, historiador y periodista, cuya cúspide alcanzó una vez que emigró a Baja California y después a la ciudad de México (“Pablo Herrera Carrillo, Sus batallas por la historia”, de Aidée Grijalba, Max Calvillo y Leticia Landín, editado por la Universidad Autónoma de Baja California). Foto: Pablo Herrera Carrillo (tomada del libro “Pablo Herrera Carrillo, Sus combates por la Historia”, de Aidée Grijalba, Max Calvillo y Leticia Landín, editado por la Universidad Autónoma de Baja California).
Además de Pablo Herrera Carrillo, los hijos de Luis Herrera Palacios y Petra Carrillo fueron Isidro, el mayor, al que le seguían José Guadalupe, también con estudios superiores y fiel compañero de aventuras académicas de Pablo; una mujer que fue monja y cuyo nombre se desconoce, y Francisca (Op. Cit, pp. 14-15). Foto: Antigua Capilla de Calvillo (María Carrillo) Calvillo cuenta con la Capilla de San Juan Nepomuceno, ubicada en Camino al Rancho del Calvillo s/n, Rancho el Calvillo y cuya fecha precisa de construcción se desconoce por los actuales habitantes de la comunidad. Aunque el templo está catalogado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, ninguna autoridad ha movido ni un dedo, hasta ahora, para iniciar su restauración y darle alguna utilidad.
Bien se podría instalar ahí una biblioteca comunal, por ejemplo. Su número de identificación como monumento de Guanajuato es M-11-186-04-00. Ante la falta de desarrollo en comunidades semiaisladas como Calvillo, u “olvidadas” en los planes gubernamentales, tanto federales como estatales, las autoridades municipales de Guanajuato consideran El polo de Calvillo, por las comunidades de Ojo de Agua de Calvillo, Mesa de San José, Los Martínez, Calvillo y Quinteros. Falta que se materialice dicho proyecto. Los Carrillo y Los Serna Los Carrillo Sin pretender buscar establecer una línea de parentesco con los primeros Carrillo que arribaron a tierras de la llamada por los colonizadores Nueva España, es necesario hacer mención de ellos para buscar la manera como llegaron y se esparcieron por el ahora México. Los Carrillo aparecen en México desde el inicio de la Colonia. Casi a la par del arribo de Hernán Cortés, desembarcan con él y se empiezan a acomodar en puestos destacados. Uno de ellos fue Diego Carrillo de Mendoza, quien arribó a la Nueva España el 21 de septiembre de 1621 para desempeñarse como virrey. Por ese tiempo anduvo por tierras de la Nueva España el visitador de la Corona Española, Martín Carrillo y Alderete, miembro del Consejo Supremo de la Inquisición. Su gobierno estuvo marcado por debido a su ineficacia en el desempeño del cargo, fue depuesto tres años después. Entre sus grandes errores destaca la destrucción del dique para contener las aguas del río Cuautitlán y la interrupción de las obras del canal del desagüe de Huehuetoca, al considerarlas muy caras.
También tuvo problemas por prohibir la monopolización del maíz para imponer los precios mediante el acaparamiento de los derechos sobre el grano. Sin embargo, lo que provocó su caída fue un altercado que tuvo con el arzobispo Juan Pérez de la Serna, quien tuvo la osadía de excomulgarlo y proclamarse nuevo virrey. Tras ser incendiado su palacio, Carrillo de Mendoza debió huir disfrazado de sirviente para irse a España, donde lo acogió el rey Felipe IV. Esto según la "Enciclopedia de México" Impresora y Editora de México, 1978, tomo 5. "Gobernantes de México" Fernando Orozco Linares, Panorama, México, 1986, 2a edición. "Diccionario de Gobernantes de México" Juana Vázquez-Gómez, Nueva Imagen, Editorial Patria, México, 1998, 4a edición. Foto: Captura de pantalla del “Libro Cvarto de la Historia de Guadalaxara; Descendencia de Pedro Gonzalez de Mendoza” -Diego Carrillo de Mendoza-.
Captura de pantalla del “Libro Cvarto de la Historia de Guadalaxara; Descendencia de Pedro Gonzalez de Mendoza” -Diego Carrillo de Mendoza-. |
Foto: Entrada a Calvillo, Guanajuato (María Carrillo).
El apellido Carrillo da un brinco generacional en los archivos de Hernán Carrillo, quien fuera propietario de la hacienda de la Erre, lugar donde según vecinos de Calvillo inicia la expansión del apellido Carrillo, a Domingo Ramón Carrillo, del año 1731; y de ahí se desata la cadenita con Juan Ramón Carrillo (no aparece año de nacimiento) y Cándida Susana; Ramón Regalado Rafael Carrillo y Getrudiz Aguilar (también sin año de nacimiento los dos); Ramón Carrillo (1787, que puede ser el mismo de 1790); José Ignacio Ramón Anastacio Carrillo Aguilar (de 1790, pero puede ser el mismo de 1787); y María Andrea Avelina Rangel Silba; estos ya como padres de Alvino Matías Carrillo Rangel (1836) y Aleja Rivas (1849).
De acuerdo con algunos portadores del apellido Carrillo en Calvillo, Guanajuato, el esparcimiento de este apelativo se origina con Matías Carrillo Rangel o (Alvino Matías Carrillo Rangel) quien nació en 1840, y si nos atenemos al año de nacimiento, para 1870 ya era el administrador general de la hacienda de La Erre (o “Erré”, de “error”, según uno de los cronistas de Dolores). Sus padres fueron Ramón Carrillo y Andrea Rangel.
Hoy día, Calvillo está poblado básicamente por descendientes de los trece hijos de Matías Carrillo y Aleja Rivas, tanto en La Rinconada como en la ladera de enfrente. Aunque la mayoría ha emigrado hacia los Estados Unidos, los municipios cercanos de Guanajuato, como León, Irapuato y Dolores Hidalgo, y la ciudad de México y Tamaulipas, entre otros puntos, están tan arraigados a su pequeña comunidad que en distintas meses del año se dan tiempo para visitarla y convivir con la familia.
Los Serna
Los Serna, al igual que los Carrillo, tienen cerca de Dolores una pequeña comunidad que lleva su nombre. Los Serna está situado en el municipio de Dolores Hidalgo, a unos 2010 metros sobre el nivel del mar y cuenta con 192 habitantes.
Cabe la posibilidad que el apellido Serna y el nombre de esa comunidad guanajuatense se derive de Juan Pérez de la Serna, originario de Cuenca, en España, quien llegó en 1613 al arzobispado de México y después por su marcada manía de excomulgar a quien se le ocurría (por el sólo hecho de transitar “del Convento de San Francisco al Humidallero (glorieta de Carlos IV) después de las oraciones de la noche de los viernes de Cuaresma”) fue removido al arzobispado-obispado de Zamora.
Fue, precisamente, Diego Carrillo de Mendoza y Pimentel, Marqués de Gelves y Conde de Priego, quien advirtió al Prelado que no concediese anulaciones con excesiva facilidad, ni recibiera regalos, ni vendiera a altos precios en una carnicería de su propiedad. Incluso llegó a excomulgar a Carrillo de Mendoza, entonces virrey de la Nueva España, así como a los miembros de la Audiencia, e hizo a los clérigos recorrer las calles de la capital gritando "¡Viva Cristo!" y "¡Muera el mal gobierno del hereje luterano!". De hecho este incidente le costó el virreinato a Carrillo de Mendoza.
Aunque aparentemente el apellido Serna llega originalmente a Nuevo León, de ahí se expande hacia todo el país.
En 1767 encontramos a Jose Matias Longoria de Serna, radicado en Tamaulipas; en 1795 encontramos a Jose Vicente Leiton Serna, en Vallecillo, México; en 1868 encontramos a Abundio Lara Serna; en 1896 encontramos a Florentino González Serna, en Calvillo; y en 1899 a Manuel González Serna, también en Calvillo, aunque no se precisa si es Aguascalientes o Guanajuato. Desde luego, con estos datos no se puede establecer con precisión la línea ascendente de los Serna de Calvillo, por lo que es necesario ahondar más para poder determinar su origen.
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